MUY MAL GOBERNADO se siente uno a veces. Supongo que será cuestión del biorritmo: hoy siento que mis gobernantes (esos a los que voto y a los que pago con mis impuestos) se preocupan por mí; ayer, que todo lo contrario. A veces, lo piensas sin ninguna razón en especial; otras, las razones las dan ellos: por ejemplo, el que se pone a hacer una purga a lo bestia en la red de tuberías de la ciudad y te hace replantearte eso de ser uno de los pocos que conoces que bebe agua del grifo en Lugo: si la nicotina aún no me ha matado, ¿lo hará un flóculo de tres al cuarto?
Quizás también es que todavía creo en la bondad del ser humano, aunque vigilar la web de este diario también hace que lo esté reconsiderando. Esa creencia la criticaba mucho mi ex. Durante nuestro divorcio, aprendí que no hay nada más desagradable o despreciable que el listillo que se inmiscuye en broncas ajenas, sobre todo si son peleas de pareja. Me lo ha recordado estos días el PP de Lugo, que no se ha cortado ni un pelo en hacer sus propios comentarios sobre la crisis conyugal del PSOE en Castroverde. Así que no es de extrañar que algún senador socialista saliera ayer intentando hacer sangre con las broncas que hay en el patio (de comadres) madrileño del PP.
Y es que últimamente en este país vale todo; desde el día en que alguien insinuó que un partido promovió el 11-M (y hay cafres que, sentencia tras sentencia, aún no lo descartan), parece que se ha abierto la veda y aquí ya vale de todo. Y eso, la verdad, es otra cosa que me hace sentirme mal gobernado y estar hasta los mismísimos de los partidos que se pasan el día embarcados en el y tú más. En esta situación de crisis, por ejemplo, incluso parece que a más de uno no le importaría que España (también vale Lugo) se hundiera con tal de obtener un rédito electoral. Pero, ya digo, a veces son nuestros (presuntos) gobernantes los que ayudan y, reconozco, a veces también los de mi gremio vivimos de eso.
Volviendo a eso de que ahora vale todo, recuerdo que, en alguno de los anteriores mandatos municipales, algún concejal de la oposición le echaba en cara a Xosé María Arias, alcalde de Castroverde, sus salidas nocturnas y sabatinas por Marina Española. El hombre no tenía pareja entonces, y no hay ley que obligue a regidor alguno a permanecer en la alcaldía por la noche. Estos días, la crisis interna del PSOE también tiene un elemento personal: que el alcalde se comunica poco con sus compañeros de partido y de gobierno.
Ya hemos visto que en el PP han hecho, lógicamente, fiesta con este asunto, porque Castroverde ahora mismo se nos antoja un monte difícil de ascender para los populares. Que esa crisis conyugal haga que el hasta ahora imbatible Arias pierda votos, sumado a la previsible ascensión de Jaime Castiñeira en la ciudad de Lugo, puede ser decisivo en el reparto de diputados provinciales por el partido judicial de la capital, donde está en juego casi medio pazo de San Marcos (once de los veinticinco representantes provinciales).
Lo de Castroverde es, en el fondo, un ejemplo más de cuánto influyen los elementos personales en la política general. No debería ser así, que yo no voto a nadie para que me gobierne según el pie con el que se ha levantado ese día, pero acaba siendo así. Uno confía en que sus dirigentes tengan algo así como ‘sentido de Estado’ y al final lo utilizan como un elemento más para tirárselo a la cabeza al de enfrente. Que lo hagan una vez, pase, pero que sea habitual… Disculpen, igual me ha salido un artículo un poco cargado de más de mala… agua.